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Los heraldos negros

  • Writer: Escritura Virulenta
    Escritura Virulenta
  • Apr 17, 2020
  • 3 min read


Sentado en el sofá, las manos sobre las rodillas. Las levanta un palmo y las apoya de nuevo lentamente, invitando al silencio de la casa a caer en su regazo. Baja el mentón y la mirada y ahí permanece unos minutos. Todos los objetos presentes, grandes y pequeños, también permanecen rendidos. Quedaron pegados a la superficie después de la última vez que un nieto los levantara, examinara como pieza de museo y los posara de nuevo. Los recubre una  capa de polvo grasiento y en su cabeza hay pequeñas islas planas de verrugas. Me produce una pena tan onda que con una sola palabra de su boca me hundo con peso hasta un fondo y recuerdo ahora que apenas conocí a mis abuelos. Sube un poco el mentón, le ruje la tripa y dice “Vaya por dios” y absolutamente nadie en el mundo sabe que esto ha ocurrido. En este punto de mi descripción siento la certeza de que en la realidad la vida es así de desatenta. 


Se levanta y tarda un rato en llegar a la cocina. Sonido arrastrado de pantufla tras pantufla. Se prepara un bocatín ingrato en un plato de cristal sepia que cada día va y vuelve del escurridero a la mesa y no tengo ni las más remota idea de qué se podría alimentar este viejo. Tampoco si escucha el reloj de cuco que marca una horas que no anuncian nada. “Vaya por dios”, me digo yo también al ver la escena. ¿A qué se va cuando se va por dios?  Pienso que, en nuestros ratos de alivio, cuando al final del día nada se tuerce tanto como imaginamos, vamos con dios fugazmente. Quizá a por un trago largo de la fuente de la vida, a por el saco de monedas de oro, a por el beso de juventud. Todas las ansias fundadas. Pero llegada la edad de la rendición, de los hombros caídos, hay una razón más gritona por la que dios se nos aparece, y con él vamos todos a recitar los heraldos negros. Y que todo lo vivido se empoce, como charco de culpa, en la mirada. Ese poema de César Vallejo me lo enseñó mi padre cuando era pequeña y quizá por eso ahora imagino a este anciano y sé que existe, existe mil veces en todos planos del tiempo y el espacio.


Hay sobre la mesada de la cocina un papel doblado. Una cita para el médico como única estampa de una tarea futura. Una colonoscopia cruel para un cuerpo seco. Es la prueba de muerte más ingrata que dibuja mi mente, un tubo por el ano a los noventa años. Ha mirado muchas veces la nota en esta últimas semanas y no ha quedado registrado en ningún lugar el momento en el que el miércoles agendado quedó atrás en el calendario. Piensa que aún está por llegar, igual que pienso yo que llegará esa noche en la que tache la lista completa de propósitos. Cumplir la jornada, sudar el cuerpo, escribir. Así nos vamos consumiendo, en falacias sobre papel.


Una foto de boda enmarcada ilustra un pasado común. Me resulta fácil imaginar su vida como un trenzado áspero de éxitos, errores y dudas pero con esto no arriesgo ni invento nada porque así es la vida de todos. No puedo darle nada de valor a la biografía de este viejo. Hemos crecido honrando la vejez como si tuviera una moraleja. Le estoy imaginando y podría cambiarle de muchas maneras, podría dar un volantazo a la narrativa y rejuvenecer su ánimo. Pero no puedo, yo ya estoy inventada. Fui soltada así al mundo y me quedé dentro de la jaula con la puerta abierta, con los mismos lapiceros de primaria. Él podría ser un personaje más extraordinario, pero lo verdadero de esta historia es que ninguno de los dos será reemplazado. Yo le miro a él y él sabe de mi presencia y exagera su decaimiento. Estoy entre todos sus objetos perdidos. Lo dejo caer rendido ante el sofá, como el globo de aire que forzamos a latigazos a que permanezca en lo alto. Y me pregunto por qué a mi edad insisto en poner en la escena ese globo en el suelo, en ver a ese viejo en todas partes. Pensé en escribir sobre alguien que perdía cosas: el interés, el sentido, la gracia, el olfato, el norte pero abro cualquier puerta, como quien descorcha una botella, y lo veo siempre a él.  

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Escritura Virulenta   2020

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