Las lágrimas de los pájaros
- Escritura Virulenta
- Mar 5, 2021
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La muerte y yo somos almas gemelas. Mi alma es un niño sin piernas que juega en el lodo. Tengo la obsesión de terminar mis días. Mi único hogar es castigarme. Me he prohibido rezar en bicicleta. Una gallina de corral lleva mis manos en su pico. No encuentro mi boca. Tengo los ojos despoblados. No soporto mi piel. Voy a arrojarme por la borda en un acto de ternura. El camino inverso de mi biografía me abre la puerta. Me da igual los recuerdos, las palabras, la lluvia. Tengo la conversación de cortesía agotada y mi cadera es un cenicero. Voy deslizarme en un abismo sin interrumpir a nadie.
El primer rayo de sol me está mirando por dentro. ¿Morir será parecido a follar? ¿Y el tabaco me lo podré llevar? Yo fumo mucho. Me gusta fantasear con la muerte. Fantaseo al punto de romperme los dientes contra el bordillo de la ventana. Fantaseo comer mi propio brazo. Fantaseo cortarme las venas de a poquito con mil agujas, vestirme de sangre y romero. No me siento mal, no me da grima. Quiero hurgar mi torso de la manera más sádica. Estoy buscando sensaciones en el armario de mi cuerpo. Puedo engullir al mundo con mano temblorosa. Me inquieta vivir con este sentimiento de orfandad que identifico como viejo. El impulso no es dolor si no deseo.
Entra por mi boca un cielo de presagios. Soy una rodilla en el eje del universo. Las lágrimas de los pájaros buscan mi muerte. Me estoy hundiendo en la tierra debajo de un árbol de naranjas. Es hora de festejar que el corazón se duerma. Quiero un ataúd lleno de eucalipto. Se escucha al horizonte el olvido. Vuelvo a la infancia. Soy un lirio, una cometa, un vientre. Mi faro tiene la retina rota. Es tiempo de oscuridad, voy a sacarme los ojos.
Estoy persiguiendo mi entierro. Quiero romper mi cabeza contra un molino y colocarme en el cuello una corona de espinas. Voy a utilizar mis vísceras como alas y a trepar todas las esperanzas.
Yo estoy aquí muriendo y nadie se atreve a creerme.
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