El olfato de un perro antes de nacer
- Escritura Virulenta
- Jan 15, 2021
- 2 min read

No poseo físico. Ni nariz ni ojos. Soy un escaparate de angustia. Vivo en el útero de mi mejor amante. El único signo de mi identidad son doscientas pulsaciones por minuto. Corazón de paloma o rata voladora. Un grito de parpado con pechos abiertos entre las nubes. No soy capaz de incorporarme. Mi espina dorsal escucha una voz premeditada en agua. Necesito la cinta donde he grabado mi tormento. Me cuesta distinguir mi cráneo de mis brazos o mis pies. Escucho el silencio, un golpe, un chasquido. Mi cara no existe. Espero una canción sin piernas. Quiero almorzar un dolor ajeno. Los largos quejidos me trastocan la huida para no resucitar. No logro descifrar el fracaso ni el amor ni el olvido solo lamentos. Todos los espacios me habitan como una despedida. Evito la cotidianidad, el ascensor y la familia. Mi llanto baila. Me penetra la rabia o la esperanza ya no sé. Desapareció el mundo de afuera y no me habla. Esta canción tiene garganta y yema de los dedos. EL tiritar de mi cuerpo es mi danza. No tengo terminaciones nerviosas solo inicios. Comisuras ensangrentadas en lágrimas. Mi corazón no descansa olvidado. Crepito desde dentro. El crujido obsceno de mis sueños no soy yo. La convulsión de mi sollozo es mi danza. Mi danza duele, como estar vivo. Mi danza es respirar, gemir y arañar el tiempo.
Vida, he venido a buscarte. He venido a buscarme. Tengo un andar desquebrajado a tu disposición. Un trazo único de ausencia. Un cante con rabia inadvertido enquistado en la carne. Tengo el olfato de un perro antes de nacer y un temblor que no reconozco en mi nuca.
Comentários