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Aquí estás a salvo

  • Writer: Escritura Virulenta
    Escritura Virulenta
  • Nov 27, 2020
  • 2 min read


Aquí estás a salvo, te haré un hueco en la humedad de mi casa. Mi boca será tu espalda. Te llevo en las llamas de mis dedos. Los ojos a oscuras. La mandíbula rota sobre tu costado. Pasajeros de la eternidad con apellidos indescifrables. Siento un silencio de agua. Sucedió aquí. Fue aquí. En un territorio de ilusión bajo una maleta. El tiempo nos habitaba sin darnos cuenta. El aire engullía mi cuerpo y la ciudad nos miraba con el rabillo del ojo. Falsificamos la realidad. Una filosofía de nube y mar. Hablábamos solo en madrugadas decadentes. Nos comimos las calles, los parques y sus pájaros. Las paredes nos lamían y arañaban. No quiero llevarme nada a la tumba solo tu olor. Tu cuerpo tiene el sabor de las naranjas. Mi cuerpo es el de un fantasma. Mi pasatiempo favorito es morir. Leo dormida nuestras conversaciones telefónicas y murmuro para otros la danza de mi locura. Te ofrezco mis brazos. Almacén de la ternura. Ojo de agua. Mi jardín devora cuerpos frágiles en primera persona y la vida anciana pasa en silla de ruedas frente a mí. Mi casa no tiene puertas, tengo los balcones abiertos y la piel. Te estuve buscando, vi tu ojo asomarse por la cerradura de otro cuerpo. Adivino que quererme no es agradable. Estar conmigo es bailar con lágrimas encendidas. Estoy desnuda en la calle donde nos conocimos. Me olvidé el sol antes de salir de casa. Necesitaba escuchar nuestra sombra. Desapareció el bar y los geranios, pero no tu risa. He venido a buscarte. No puedo dormir. Llevo tu huella en mis parpados y en el ruido de los vasos de agua. Quiero esculpir las sillas donde sostuve tu cuerpo. Aquel que escribió sobre mis huesos. Pídeme a gritos las cosas más detestables. Quiéreme destrozada un día como este.



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Escritura Virulenta   2020

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