El rough de Proud Mary
- Escritura Virulenta
- May 29, 2020
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Tengo varios videos de youtube a los que recurro como libros en la mesa de luz. Cuando le tengo miedo al paso del tiempo, visito a Al Green en el Teatro Apolo, cantándole en un traje bling bling “Lets stay together” a los setentilargos años a una multitud de almas que elevan su groove haciendo palmas. Cuando despierto de buen ánimo le digo buen día a Fat Boy Slim en “Praise you” antes que a nadie e imito lo que creo una de las mejores coreos que vi. Cuando me está por venir la menstruación puedo llorar en el hombro de Jacques Brel que canta “Ne me quitte pas”, exorcizando así las lágrimas que a veces no me salen.
Sin embargo, el video que definitivamente me llega al cuerpo entero, haciéndome vibrar como si hubiera recitado una y otra vez el Sánscrito, es el de una mujer despampanante. La mujer más sensual que alguna vez vi. La canción nace desde la punta de sus pies recorriendo sus míticas piernas, que zarandean la cadera envuelta en un vestido de canutillos azules al cuerpo, dejándole traslucir la cintura, sujetando su pecho apretado y abierto al público que la ovaciona.
Una guitarra eléctrica la acompaña. De momento, juguetea con el micrófono susurrando un "Ok, ok", pese a que sus piernas ya habían comenzado a hablar.
Podría decir que cualquier chica espera del sexo una previa tan dulce y salvaje como la que logra hacerme desear Tina sobre el escenario. Tina abre y cierra la boca. Tina increpa a los espectadores con una mirada que va de un lado al otro del escenario, cómo si recorriera de arriba abajo otro cuerpo, una mirada pensada, ensayada, o la mirada profesional de una medium del sex appeal. "Yo se que de tanto en tanto ustedes querrán escuchar algo, mmm, lindo y simple. Verán, nosotros nunca hacemos las cosas lindas y simples. Nosotros las hacemos simples y.. brutales." Entonces Tina la que atina, continúa su prólogo musical adelantando el camino al que nos va a llevar, y al que siempre me deja inmersa. "Así que vamos a empezar esta canción... simple, eeeeasy, en inglés. Después vamos a terminarla rough. Esta es la forma en la que hacemos Proud Mary." Si el mantra del Om es el canto primario, el orgasmo es el rugido previo al sonido, previo al goce, previo a la existencia. ¿Es el orgasmo el rough del que habla Tina?
Pienso en el sexo y solo quiero aventurarme a la piel y al roce, solo quiero olfatear con mi boca la otra boca hasta que la fuerza caníbal sucumba y me lleve al siguiente paso. Easy and rough. Proud Mary es mi camino al orgasmo. En mis orgasmos hay coristas, en minifalda, girando locamente por el placer de sentir la voz de Tina en el cuerpo. En mis orgasmos se hamaca un bajo. En mis orgasmos la batería explota y el público se rebela. La protagonista soy yo, por primera vez, singularizando mi existencia en el mundo. Orgullosa María, la que se educó en la escuela de monjas y la que descubrió a los ocho años el placer en el baño. (Tal vez por eso sea ese ambiente mi confesionario favorito).
Tengo ocho años y mis hermanas y yo nos hemos mandado alguna cagada. Mi madre robóticamente anuncia la condena: "Gabriela al lavadero, Laura al cuarto, Andrea al otro cuarto, Mercedes al baño." Ya encerrada, mi madre me deja llevarme la chocolatada que me hizo de merienda y yo la pienso tirar para que crea que la he tomado. Me pongo en puntas de pie, pegada al marco del lavabo, y entonces mis caderas como torres de control visualizan un costiquello en la vagina. Vagina, lavabo, vagina, lavabo. Un cosquilleo curioso, pienso, tan pequeña y tan conciente del goce. Me froto varios segundos. Apoyo mis manos y me elevo, y sigo frotandome más y más. Ya no hay chocolatada en el vaso, estoy sola y me siento omnipotente. La electricidad empieza a expandirse, he cerrado los ojos sin darme cuenta. Una furia volcánica sale dentro mío. Buarrhhh. Verbalizo. Se han erizado hasta las cejas.
¿Qué ha pasado? Me miro en el espejo. Me observo como una niña jamás se había observado antes. He encontrado algo mío. Aquí estoy yo. Esta descarga es mi pedazo de tierra latiendo en el mundo. Maria de las Mercedes. Proud Mary. Nadie me ha hablado de este juego tan interesante con el cuerpo y el lavabo, y entonces creo yo que es un secreto que debo guardar y experimentar por siempre. María de las Mercedes se mira en el espejo y le dice shh a su reflejo. Vuelvo los pies a tierra. Tomo el vaso y salgo. Por el pasillo le grito a mi madre: "Mama, ya acabó el castigo."
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