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Arder

  • Writer: Escritura Virulenta
    Escritura Virulenta
  • Oct 30, 2020
  • 2 min read


Yo estoy aquí para quemarme, la piel y los ojos y que me salgan ampollas y que supuren. Yo quiero morir y volver a nacer, matar sin tener que esconder pruebas, quiero soñar el mismo sueño que los cientos que están sentados en la misma sala en la que yo muero. Volver a la caverna e intuir, detrás del resplandor del fuego, su mirada brillante, su corazón a punto de estallar, su pelo erizado... Yo soy la chamana, la trovadora, la poetisa, la mano que mece la cuna porque aquí nadie se va a dormir hasta que no haya terminado la última página de mi cuento. Cojo su miedo, su angustia, su placer, su rabia, los machaco, los filtro y los guío a través de la sala como mil gotitas luminosas creando los vaivenes sinuosos de una aurora boreal. Solo con mi voz y con mi cuerpo. Yo conduzco sus corazones, abiertos en canal para mí a descubrir un mundo nuevo, ilimitado, frío, lóbrego. Esta noche, paso a paso, palabra a palabra llegaremos al estrecho de Bering, helado, a un lugar en el que hay que escribirlo todo de nuevo. Pero llegaremos juntos. Compañeros humanos en la mezquindad y en la nobleza, en las pasiones, compasión. Observar cómo el mundo nos atraviesa, explicarnos a nosotros mismos, bailar alrededor de la hoguera en un ritual en el que yo llevo el bastón de mando.


Su azoramiento es mi heroína, ya no sé sentir fuera de esta cueva. No soy un perro, soy un gato y cuando hago algo, algo importante les grito ¡mamá, mira! Y tengo que estar segura de que está mirando con atención cuando lo hago porque de lo contrario no existe ¿y para qué sirve hacer cosas que no existen? Yo veo su aura, su alma, y la guío para que atraviese la mía. Algunas personas descubren los olores mirando fórmulas matemáticas, otras sentimos el alma de las demás. Así es como vivo y como siento, sé que para nadie es igual, no hay final, las posibilidades son infinitas y eso me pone.


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Escritura Virulenta   2020

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