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Siempre soñé con entender el lenguaje de los pájaros

  • Writer: Escritura Virulenta
    Escritura Virulenta
  • May 29, 2020
  • 2 min read


He cogido el limón más grande que tenía en el frutero , me gustan cuando tienen tan pronunciados los lados, éste es rugoso y gordito , lo toco poco a poco y me lo paso de una mano a la otra , he cogido la tabla verde para cortarlo , el cuchillo es de esos que cortan a la primera y a la tarea me animo, primero corto los bordes de los lados que sobresalen como pezones debajo de un bikini bajo la brisilla del verano, lo parto por la mitad e inevitablemente me vienen recuerdos de cortar limones en el restaurante , una de tantas actividades rutinarias antes de empezar un servicio, pero hoy tengo todo el tiempo del mundo para cortar este limón elegido entre otros limones. Lo parto a la mitad , lo voy cortando en láminas finas, agarro una y la meto en la boca, pequeñas lágrimas se me caen de los ojos y la nariz se me arruga, el resto de trozos los meto en la jarra con agua y hierbabuena.


El olor me invade en días de primavera, no me gusta echarle azúcar pero caigo en ponerle un poco de sirope de ágave. Con las mismas subo a mi cuarto y dejo la jarra en la mesita de la entrada.


Me siento en uno de los lados de la cama, está mullidita , me suelto el pelo, paso mis dedos por él, poco a poco voy dividiéndolo en tres partes, me hago una trenza que dejo que descanse en mi espalda, miro mis manos delgadas y con las uñas cortas, me las acerco lentamente a la nariz pero antes de llegar me invade el olor del limón, esto hace que caiga de espaldas en la cama, al mirar al techo pienso en cómo estoy, en cómo van yendo los días, creo que lo voy manejando mejor de lo que creo.


Extraño que alguien me abrace sin soltarme, que sienta los dedos pasar por mi piel con deseo, me entra el deseo de ser tocada, de sentirme deseada y al tener la certeza de que eso no va a ocurrir me vuelvo a sentar, me estiro y descorro la cortina de la pared, escondido encuentro el espejo redondo, no quiero ver mi cara llena de deseo sin haber sido recompensado y siento cierta vergüenza, aún así me miro, una voz me reprende al otro lado, imagino que es alguna golondrina escondida, siempre soñé con entender el lenguaje de los pájaros, suavemente me anima a dejarme ver, a seducirme a mi misma con mi propio reflejo, sonrío y toco mi cara, voy delicadamente

acariciando mi mandíbula, mis orejas, mis labios, cierro los ojos y me quedo un rato sintiendo el peso de mis dedos en mis párpados, abro los ojos y veo mi cara enfocada en mí misma. Suena un golpe de la puerta de abajo, corro la cortina y bajo rápidamente con la jarra de limonada , voy dejando un reguero de gotas de limón a mi paso


– Estoy aquí- grito.


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Escritura Virulenta   2020

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