Ojalá nuestro pasado no hubiera terminado
- Escritura Virulenta
- May 15, 2020
- 3 min read

A veces, en los momentos más obtusos, recuerdo nuestros silencios llenos de ternura, aquellos en los que nos encontrábamos el uno al otro sin necesidad de nadie más. Los silencios se llenaban de momentos creativos. Te recuerdo detrás de tu gran
pantalla del ordenador arreglando alguna foto o leyendo alguna revista online de ciencias, de fotografía, de diseño gráfico… Yo te miraba desde la cama, el saber que estabas enfrente me daba calma.
Desde el primer momento que me metí en una cama contigo empecé a dormir, llevaba casi 25 años sin haberlo podido hacer. Tú fuiste la píldora que necesitaba para vencer al insomnio que se había convertido en una constante. Nunca antes había dormido tan plácidamente con alguien. Sin duda se debía a la tranquilidad que me dabas. Recuerdo nuestros paseos, nuestras mochilas preparadas para nuevos viajes, recuerdo cómo nos abrazamos llorando después de ver el documental de Terry Pratchett por su muerte decidida, la pena que nos unió por la pérdida de alguien que nos infundía tanta estima. Recuerdo la delicadeza con la que tocaste cada animal que se nos cruzaba en el camino, tu falta de nerviosismo ante cualquier animal. Te cambiaba el cuerpo e ibas directo a él, a sentirlo, sin importarte el tamaño, como las tortugas gigantes de Tanzania, que yo sólo me atrevía a abrazar y
tú no dejabas de tocarles el cuello tranquilamente.
Recuerdo nuestro primer beso en mi casa de Valladolid, lo sorprendido que estabas de lo blanco que era mi ojo. Siempre arreglaste todo lo que parecía que no sirviera ya. Sentí hondamente que quitaste el polvo a todos mis miedos, calmaste mis impulsos y conseguimos ser durante casi seis años una de esas parejas que da gusto ver. Nunca discutíamos porque tú no dejabas que ocurriera. Siempre me acompañaste en mi necesidad de viajes, fuiste el compañero de experiencias soñadas, nos llegamos a convertir en uno, devoramos comidas deliciosas, nos empapamos de arte, de dibujos compartidos, de paseos de horas, de ciudades misteriosas.
Te nombraron muchos personajes durante el tiempo que estuvimos juntos yo siempre te vi como un mono ágil, dulce, cariñoso, inteligente, hábil. El resto de personas te sintieron de otras maneras. Nombraban tu quietud, tu forma de escuchar, te llamaron Jesucristo, Imán (tu barba nos daba juego en cada religión que fuimos habitando y que sirvieron tanto para sentirnos como en casa en esos lugares inhóspitos que vimos juntos).
Recuerdo cuando me hospitalizaron en Londres y me llevaste la figurita de Mafalda para que me hiciera compañía. Los ratos que pasabas a mi lado en el hospital mientras yo soñaba con sombreros de diferentes colores y tamaños. Recuerdo cómo me cuidaste en Lamu por las terribles fiebres, con qué cuidado te sentabas a mi vera. Ese cuidado con el que estabas ahí siempre. Me vienen los momentos de bailes inesperados, de tus fotos aleatorias, de las esperas en trenes, en barcos, en aviones, en lanchas... Recuerdo cómo nos abrazamos en medio del océano mientras caían olas y nosotros con la mirada en el otro sin saber si llegaríamos a alguna isla.
Recuerdo cómo empecé a darme cuenta de que ya no necesitaba tu calma, de cómo empecé a sentir el dolor profundo de no querer seguir con lo que nos habían dicho que era una pareja, el tiempo que me costó reconocer que todo iba a terminar y lo mucho que me costó decirte adiós y retomar otras relaciones con otros cuerpos. Fue difícil sentir tu presencia sin estar cerca. Pienso en los años que llevo sin ti y sé que está bien, que ya somos un recuerdo, una vivencia pasada. Te pienso y me repienso en ti.
El tiempo me ha dado calma. Agradezco haber compartido contigo tantas y tantas experiencias. A pesar de apenas conocernos ahora me reconforta saber que eres feliz, que ese tiempo nadie nos lo va a robar, que el amor de lumbre que generamos está muy dentro de mí, escribirlo me hace saber que siempre estará para revivirlo y que nuestro pasado, Pablo, esta ahí inmutable, por encima de la memoria.
Escribirte es un acto de rememorarte a ti y a mí en esas personas que ya no existen.
Comentarios