Este virulento espécimen
- Escritura Virulenta
- Apr 3, 2020
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La hoja en blanco, el bolígrafo, mi mano y mi mente se confunden.
Hace días que no ocurría, todo se ha quedado en pausa, tenía miedo
a encontrarme entre las letras, a escribir sobre estos días de confinamiento, miedo al darme cuenta que podría dar los últimos abrazos, la sensación clara de pensar que fue el último abrazo, de creer sin querer creerlo que no voy a volver a tocar ese cuerpo, que no voy a volver a verte, el terror de pensar que no te voy a volver
a ver, que te convertirás en una idea, el pánico de ver tus fotos y no saber si vas a volver, el vacío asfixiante de pensar que puede salir mal, que el virus redondo con miles de palitos y finales de bolas a lo palillo de limpiar orejas iba a poder contigo, esa pelota que está rebotando en miles de hogares, este virulento espécimen que nos tiene encerrados y temerosos, es como jugar a la pelota vasca con él, cuanto más fuerte lo golpeas para que se marche más fuerte te golpea los bronquios, te enmudece las articulaciones, te sube la fiebre por el impacto y te deja exhausto y tú, papá, por fin sales del golpe, tú que has visto vientos en pleno océano, tú que has visto los mejores amaneceres en el Caribe, tú que te negaste ante los hombres más iracundos, tú que defiendes los derechos humanos como nadie, te has visto postrado en un hospital por esta pelota, estos días he estado soñando que te levantabas de esa cama y venías a casa y según las noticias de la médica, Vega, vega de nuestros consuelos y desconsuelos, vendrás finalmente a casa en nada, y quiero abrazarte y decirte bajito al oído que qué vas a hacer con esta segunda oportunidad y de momento lo único que me apetece es tan simple como beber una infusión y ver los pájaros del patio, eso es lo que más me apetece, pararme en el instante.
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