El cementerio de Highgate
- Escritura Virulenta
- Apr 17, 2020
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Updated: Jun 9, 2020

Anoche soñé que volvía al cementerio de Highgate; era una noche cerrada, lloviznaba, eran como pequeñas cortinas de agua en las que me dejaba llevar, en medio del camino entre tumbas miré al cielo encapotado y abrí la boca, las gotas caían por mi cara y las iba bebiendo una a una, me refrescaban la garganta y sabían a hierba, tierra y piedra. Seguí caminando hasta el final del sendero, me paré al lado de la tumba de Karl Marx, me miraba imponente, me acerqué , le acaricié la barba dura, nos quedamos mirándonos bajo la lluvia y me giré a la izquierda por un pequeño camino de tierra donde está enterrado un republicano español; anduve entre tumbas, raíces, y charcos hasta que impulsada por un resorte indescifrable me tendí en un trozo de tierra, empecé a excavar con mis dedos, poco a poco sentí la humedad en las yemas, las introduje con fuerza sacando piedras pequeñas, babosas, hierbas, raíces, lombrices y noté cómo la tierra se iba haciendo más dura y terrosa. De repente sentí algo frío en mis dedos, era fría y rugosa, una pequeña caja sin llave, la sujeté entre mis manos negras, me la apreté fuerte en el pecho, empecé a llorar de felicidad, y con la poca luz que había la abrí. En ella estaban los días en los que me limpiabas las gafas, las notas del frigorífico, las canciones que te recordaban a mí, estaban las fotos que nadie me hacia ya, estaban los libros leídos que no recordaba, vi gestos olvidados, me vi bailando bajo la lluvia africana, vi un cervatillo en medio del campo castellano, vi la cama vacía de Paula, y cuando terminé con todos los objetos perdidos me vi nítidamente, vi cada rasgo que se me había pasado por alto, vi mis ojos nebulosos, mi pelo en la cara y una sonrisa esperanzadora me abrigaba al final de la visión, sonreí y volví a beberme el agua de la lluvia. Al cerrar la caja la enterré de nuevo, volviendo a poner todo en el mismo lugar que lo había encontrado y de pie entre las tumbas tuve la certeza absoluta de que estaba todo bien, de que volvería en otro momento y al darme la vuelta tropecé con una raíz enorme, negra, abrupta, que me hizo caer en un sueño profundo. Al levantarme de este sueño he mirado mis manos y mis uñas estaban negras de tierra húmeda.
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